El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, así como todos aquellos actos de reivindicación, de igualdad de género y de empoderamiento de las mujeres, llevados adelante en el transcurso de diversas épocas.
Esta fecha no fue elegida aleatoriamente, sino que rememora una dolorosa historia acaecida en Nueva York, donde más de 120 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton fallecieron en el incendio de sus instalaciones, después de protestar en contra de los bajos salarios que percibían y las pésimas condiciones laborales. A esa historia, se suman muchas más que han elevado el deseo global de un mundo más igualitario y justo.
Lamentablemente aún estamos lejos de conseguirlo. Los medios de comunicación y las redes sociales muestran a diario una serie de noticias violentas, en donde la muerte, la desaparición y la guerra son un tema común. En Latinoamérica proliferan, sobre todo, las noticias sobre femicidios y crímenes en contra de las mujeres, que cada vez son más frecuentes y cercanos. Según el último informe anual de Amnistía Internacional (AI) de 2019, Latinoamérica es la región más violenta, más desigual, y más peligrosa del mundo. Ante la información de una realidad sombría como la actual, urge la reflexión y la acción, pues de ello depende que se construya y promueva una sociedad más justa y segura.
Hombres y mujeres de todas las edades pueden involucrarse en este objetivo y construir una sociedad más humana, brindando soluciones prácticas desde la esfera personal, profesional y social en donde se desenvuelven, re-pensando sus creencias y sus acciones ante la violencia contra las mujeres, que se produce a diario. Todos los seres humanos pueden impactar el mundo que les rodea, mediante la realización de acciones conscientes que busquen erradicar la desigualdad y la injusticia. Desde analizar el lenguaje que se usa para charlar con los amigos, hasta apoyar la creación de leyes y políticas públicas que apoyen a la causa.
La tarea de crear un mundo más humano no está destinada únicamente a los Estados o a las élites políticas sino que requiere el compromiso de todos y todas. La elección de una existencia donde se respete la dignidad humana implica un cambio de consciencia que, llevada a la acción y multiplicada en la sociedad, puede tener un efecto significativo, como el de cualquier solución a gran escala.